Tal vez por el solo hecho de llamarse Jorge Luis Borges y para estar acorde con algún extraño designio, esta calle es muy difícil de encontrar.
por Carlos V González Rivero
Poniendo por ejemplo Borges 320 en Google Maps la aplicación señalará con exactitud la dirección, pero acercando la imagen del mapa se lee “Champagnat”.
Cuando supe de la existencia de una calle con el nombre de nuestro máximo exponente literario me dispuse a recorrer su corta extensión. Y así fue como caminé de ida y vuelta en el barrio Villa Primera, las seis cuadras que van de Ituzaingó a Río Negro de la calle que la Ordenanza 9156 de octubre de 1993 determinó que llevaría el nombre de Jorge Luis Borges. Seis cuadras que llevaron el nombre de Marcelino Champagnat, como una continuación angosta de nuestra gran avenida. Se me ocurre que nadie dejaba de llamar Champagnat a la avenida después de la curva de Ituzaingó y si alguien nos decía que vivía en Champagnat al 300 seguramente lo querríamos ubicar sobre la traza de la avenida que en 1981 comenzó a llamarse Monseñor Zabala, y no en la calle barrial que era su prolongación y es la que hoy nos ocupa.
En mi recorrida pude ver que en ninguna de las esquinas había cartel que identificara a la calle, así como en ninguna de las casas encontré el nombre de Jorge Luis Borges; las identificaciones con las direcciones que tenían unas pocas viviendas solo dicen “Champagnat” a pesar de que pasaron 27 años desde su nueva denominación.
Borges y Mar del Plata
En nuestra ciudad, en la esquina de La Rioja y San Martín, se inauguró el 24 de agosto del año 2000, a 101 años de su nacimiento, un mural en el que se ve a Jorge Luis Borges mirando desde las alturas una ciudad hecha de libros. Se trata de una moderna Babel de libros que fue realizada por un grupo que ejecutó el proyecto de los dibujantes Miguel Repiso (Rep), “Cachi” García Reig y Marcelo Franganillo.
El mural fue realizado por la Escuela de Cerámica de Mar del Plata y tiene 14 metros de ancho, 9 metros de alto y 3.200 azulejos, lo que la convierte en la obra más importante que se ha realizado en honor a Borges en la Argentina.
Borges se relaciona con Mar del Plata principalmente por su vínculo con Adolfo Bioy Casares y su esposa Silvina Ocampo quienes habían comprado a Diógenes de Urquiza la mansión que pasó a llamarse Villa Silvina en la manzana delimitada por Arenales, Quintana, Tucumán y Saavedra.
Cuenta Nino Ramella: “Muchas noches comían en lo de Victoria Ocampo, hermana de Silvina, que tenía por aquel entonces su villa lindera con la de su hermana. Al comienzo de los 60 Victoria se había enamorado de un grupo de vanguardia: The Beatles. Por lo que les hacía escuchar a sus comensales los discos que había traído de Inglaterra».
Es más, recuerda Ramella, “había traído pelucas imitando los pelos largos de sus integrantes. En una de esas noches en Villa Victoria a la anfitriona se le ocurrió ponerle a Borges una de esas pelucas, lo que lo enojó. Borges se fue ofendido a lo de Silvina, donde estaba parando”.
Nos cuenta Natalia Duhalde: “Jorge Luis Borges formó parte de la cátedra de Literatura Inglesa de la Universidad Católica de Mar del Plata en el año 1967, que funcionaba en el actual colegio Santa Cecilia, ubicado en la calle Córdoba al 1300, y que en 1975 se transformó en lo que hoy es la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP). Una ex alumna de ese establecimiento, Ana María Gatti, profesora de Letras, contó la experiencia de participar en las clases de Borges en la ciudad.
“Yo tenía 20 años y una vez por semana Borges llegaba en avión a Mar del Plata para dictar su cátedra a los alumnos de cuarto y quinto año de la carrera. Con mis compañeras nos escapábamos de nuestra clase -ya que estábamos en segundo- para escucharlo porque nos deleitaba su manera y forma de enseñar”, recuerda Gatti.
La profesora cuenta que Borges «tenía una voz monótona y mientras daba clases y sus ayudantes dictaban algo al alumnado él recitaba los ejemplos del ‘Beowulf’, lo que convertía a sus clases en abiertas para todo el público”. Gatti cuenta que cierta vez, caminando por la costa de la ciudad con una amiga, se cruzó al escritor y su amiga dijo “me parece que es Borges”. A lo que el escritor, en una de sus habituales humoradas, respondió: “A mí también me parece”.
En el Blog Fotos de Familia de este diario hay algunas fotos de Borges en nuestra ciudad, como por ejemplo en una conferencia de 1965 en el Club Pueyrredon, en una caminata por la rambla junto a Bioy, Silvina Ocampo y Josefina Dorado y en un balneario junto a los Bioy-Ocampo.
Simplemente Borges
Con decir Borges es suficiente, aunque su nombre completo era Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, que surge de una combinación de varios de sus ascendientes: su padre, Jorge Guillermo Borges; su madre, Leonor Acevedo Suárez; su abuelo paterno, Francisco Borges Lafinur; su abuelo materno, Isidoro de Acevedo Laprida; su tío Luis Melián Lafinur.
Nació un 24 de agosto de 1899. Su primer libro es un poemario, Fervor de Buenos Aires, que se publicó en 1923 con una edición pequeña de 300 ejemplares. Dijo Borges: “Pienso que nunca me he alejado mucho de ese libro; siento que todos mis otros trabajos sólo han sido desarrollo de los temas que en él toqué por primera vez; siento que toda mi vida ha transcurrido volviendo a escribir ese único libro”.
Sur
Es probable que Sur haya sido la revista literaria más importante de la historia argentina. Dirigida por Victoria Ocampo, comenzó a editarse en 1931 y abriéndose camino a base de buenos textos vanguardistas y autores de renombre, no solo local, sino también internacional. Jorge Luis Borges fue una de las grandes firmas de la revista.
Pero pensar a Sur como una simple revista literaria es quedarse cortos: sirvió de vidriera pero también de organismo donde se discutían ideas políticas y estéticas. Para Borges fue como una universidad, en el sentido etimológico: un gremio, una comunidad, un universo.
Su legado está en manos de María Kodama, su última esposa, 38 años menor.